¿Por qué es importante hidratar la piel del bebé?
La piel del bebé, después de la desaparición del vérnix caseoso, es muy fina, frágil e irritable. Al nacer a término, el recién nacido tiene una epidermis similar a la de un adulto, pero la capa córnea superficial es mucho más delgada y, por lo tanto, no retiene suficiente agua, que más tarde le dará su aspecto liso y flexible al tacto.
En el lactante, la piel es mucho más frágil, irritable y permeable que la de un adulto, en parte debido a esta insuficiencia de la película hidrolipídica en su superficie, a la inmadurez de las actividades sudoríparas y sebáceas (que producen el vérnix caseoso) y a un pH menos ácido que la piel de un adulto.
La piel adulta tiene una función barrera muy importante frente a las agresiones externas, ya sean mecánicas (frotamiento, irritación) o térmicas (calor o frío). La piel también se opone a diversas contaminaciones, a los rayos del sol (gracias a la melanina, casi ausente en su bebé), pero también a la penetración de sustancias extrañas, algunas de las cuales pueden causar alergias. Además, la piel tiene una importancia inmunitaria. Estas funciones existen ciertamente en el lactante, pero son mucho menos eficaces que en el adulto.
Por todas estas razones, debe proteger esta piel frágil de todos los irritantes, contaminantes o agresiones a las que la piel de su bebé está expuesta desde el nacimiento, hidratándola cuidadosamente con productos adaptados a su especificidad, hipoalergénicos y con pH neutro.