¿La piel del bebé es más sensible en invierno?
La piel desempeña un papel protector esencial frente a la bajada de la temperatura exterior, evitando que el organismo se enfríe. El contacto del frío con la piel puede tener consecuencias más o menos importantes según los sujetos y las condiciones térmicas. Sin embargo, llega el invierno y la temperatura disminuye: el frío es una componente normal del invierno en nuestro clima templado. La piel de tu bebé, más delgada y frágil, es especialmente sensible a ello.
El frío, así como el viento, provocan una ralentización de la circulación sanguínea en la piel (para mantener el calor en el interior del cuerpo) y una disminución de la película hidrolipídica que la recubre. La piel puede deshidratarse y adquirir un aspecto seco y más o menos áspero; esto afecta principalmente a las partes descubiertas, como la cara (especialmente los labios) y las manos, que suelen ser las primeras víctimas de esta sequedad. Los cambios bruscos y frecuentes de temperatura (en casa, en el exterior, en el coche, etc.) también contribuyen a ello.
Pueden incluso aparecer sabañones en los dedos de las manos, los pies, así como en la nariz y las orejas en caso de frío poco intenso (8/10°) pero húmedo, predominando sobre todo al inicio del invierno. Al principio, se trata de una placa roja viva que progresivamente se engrosa y cuyo tono se vuelve violáceo. El recalentamiento provoca dolor o picor. Los sabañones se curan espontáneamente en tres semanas, pero suelen reaparecer cada año.
Las fricciones permanentes sobre la piel del bebé por las diversas capas de ropa que utilizas para protegerlo del frío también pueden agredirla.
Tenga en cuenta todas estas situaciones para asegurar la protección de la piel de su hijo en invierno.